Estaciones de la Cruz

Gracias por acompañarnos en las Estaciones de la Cruz. Las 8 estaciones dan a los participantes la oportunidad de reflexionar sobre los pasos de Jesús desde su juicio hasta su crucifixión.

Esta es una experiencia interactiva, por favor tome un momento para orar o reflexionar después de cada estación.

*Toda musica de Robert Watson

PRIMERA ESTACIÓN

PILATO CONDENA A JESÚS A MORIR | Marcos 15:1-15

En nuestra primera estación, Jesús comparece ante Poncio Pilato, el gobernador romano de Judea. El consejo judío ya ha juzgado y condenado a Jesús como culpable de blasfemia por afirmar ser el Hijo de Dios. Los cargos romanos contra Jesús son sedición, incitación a la rebelión contra el dominio de Roma sobre Judea. Así, Jesús es condenado por su propio pueblo como culpable de blasfemia y condenado por el gobierno como culpable de sedición.

SEGUNDA ESTACIÓN

JESÚS ACEPTA LA CRUZ | Mateo 27:27-31

Después de ser condenado a muerte, Jesús es entregado a los soldados del gobernador romano, soldados cuyo único trabajo era ejecutar criminales. Despojado de sus ropas y obligado a vestir un manto real, Jesús es objeto de burla y escarnio por parte de estos soldados. Después de ser golpeado y escupido, en esta segunda estación hacen cargar a Jesús los maderos de su cruz, el método de su ejecución.

TERCERA ESTACIÓN

SIMÓN AYUDA A LLEVAR LA CRUZ | Marcos 15:21-23

Ya gravemente herido por la paliza, Jesús empieza a flaquear mientras lleva su cruz por la ciudad, Jerusalén está repleta de peregrinos judíos venidos de todo el mundo para celebrar la fiesta anual de la Pascua. Uno de esos peregrinos, un hombre llamado Simón, de la ciudad egipcia de Cirene, está presente cuando Jesús pasa por allí. En la tercera estación, los soldados romanos apresan a Simón y le obligan a cargar la cruz de Jesús. Simón lleva la pesada cruz de madera hacia el lugar de la ejecución, el Gólgota.

CUARTA ESTACIÓN

JESÚS HABLA A LAS MUJERES | Lucas 23:27-31

Cuando Jesús se acerca al lugar de su ejecución, su cruz sigue siendo cargada por Simón, allí le sigue un gran número de personas, muchas mujeres de Jerusalén que lloran por él. En la cuarta estación, Jesús se vuelve para mirar a estas dolientes, instándolas a que lloren por sí mismas. Predice un tiempo en que la ciudad de Jerusalén caerá, su templo será destruido y toda la región de Judea se sumirá en la violencia y el caos. Antes de su arresto, Jesús ya había predicho esta futura destrucción que se cumpliría cuatro décadas más tarde, cuando los ejércitos romanos sitiaran Jerusalén y destruyeran el templo.

QUINTA ESTACIÓN

JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS | Mateo 27:33-36

En la quinta estación Jesús llega al lugar de su ejecución, el Gólgota, el lugar de la calavera. Allí sus verdugos ofrecen a Jesús una bebida para mitigar el dolor. Jesús prueba el vino, mezclado con hiel, pero se niega a beberlo. Los soldados echan a suertes su ropa, la única posesión personal que le queda.

SEXTA ESTACIÓN

JESÚS ES CLAVADO EN LA CRUZ | Mateo 27:37-44

En la sexta estación llegamos a la brutal y horrible tarea de la crucifixión. La crucifixión era una forma tan bárbara de morir que los romanos consideraban inapropiado hablar públicamente de ella. Era un método de ejecución reservado a esclavos, revolucionarios, falsos mesías y criminales violentos. Mientras Jesús es clavado en la cruz y la cruz es levantada para que todos la vean, los que están mirando lanzan insultos.

SÉPTIMA ESTACIÓN

JESÚS CUIDA DE SU MADRE | Mateo 27:27-31

La muerte por crucifixión tenía por objeto aterrorizar a quienes la contemplaban, era una asfixia lenta y gradual. Entre los que veían morir a Jesús estaban su madre María y uno de sus apóstoles llamado Juan. En nuestra séptima estación, mientras Jesús muere, los observa allí parados, entonces, Jesús confía el cuidado de su madre en las manos de Juan.

OCTAVA ESTACIÓN

JESÚS MUERE EN LA CRUZ | Mateo 27:27-31

En nuestra octava estación muere Jesús, uno de los cerca de 30.000 hombres judíos crucificados por los romanos durante este período de tiempo. Esclavos fugitivos, asesinos, futuros revolucionarios y autoproclamados Mesías, todos estos crucificados han desaparecido de las páginas de la historia. Pero cuando Jesús muere, los espectadores se dan cuenta de que es diferente. Jesús grita con las palabras de la Escritura el Salmo 22, mientras muere la cortina del templo judío se rasga de arriba abajo, la tierra tiembla, los muertos resucitan y uno de los endurecidos y crueles soldados romanos dice: “Sin duda éste era el Hijo de Dios”.